El hecho es que este coco de la indisciplina me espanta, no porque haga parte aún de algún culto que profesa lo del aula del silencio y el orden, sino porque entra a escenario la evidencia de que algunos asuntos vitales de convivencia, colaboración, comunicación y solidaridad, aún se hacen esquivos al aprendizaje por la vía convencional de la interacción de aula. Los maestros hacemos una mínima parte ( bueno que puede tener un gran impacto) pero es el entorno y los medios de ese afuera donde circula la familia, los amigos, el barrio; los determinantes y los por cultivar.
Así que hoy, que estoy doblemente despeinada, sintiendo ese huequito (roto) dentro del mecano de las cosas que busco que pasen en mi aula y que el S.21, se me transfigura como en un S.25, pienso igualmente en lo que sucedería si no insisto en intentarlo, más cuando pienso que el afuera de los chicos, poco se ocupa seriamente de la parte que les corresponde.
Mañana, por fortuna, lo de hoy se mezclará entre los demás días donde no me importará
estar despeinada viendo que algo si fue posible!








